Terrem, Ojo de la Tormenta

De IncivilWiki
Saltar a: navegación, buscar

Terrem, Ojo de la Tormenta, es el Rey de los Medones y el señor de la Tormenta de Ébanov. Es un líder carismático y profético (Profecía de la Marca de la Tormenta), hábil guerrero y astuto diplomatico, a pesar de su condición bárbara e iletrada.

La Marca

Era noche cerrada cuando me llamaron, aunque los relámpagos de la tormenta iluminaban la noche de vez en cuando. Acudí corriendo a la choza del jefe. Su primera mujer iba a tener al primogénito. Lo preparé todo para el parto y, más o menos a medianoche, empezó. Fue un parto difícil. Ella murió dando a luz al niño, que también nació muerto. Estaba purificando la choza cuando oí los llantos. Un segundo niño. Fui corriendo a ayudarle a nacer. El padre no se lo creía. Yo tampoco. Pero así fue. Lloraba casi con rabia, con todas sus fuerzas. Su padre estaba al borde del colapso: su primogénito y su mujer muertos, y un mellizo recién nacido. Entre los medones es un mal augurio.

Quizá, si no le hubiera dicho que los espíritus lo habían maldecido con aquel hijo, no habría montado en cólera. Vino hacia mí gritando y con los ojos inyectados en sangre, dispuestos a matarnos al niño y a mí. Aunque intenté esquivarlo, me dio un golpe tan salvaje que me tiró al suelo y el niño se me cayó de los brazos. Él quiso mirarlo a los ojos antes de matarlo, así que decidió cogerlo en brazos.

Eso fue lo que salvó al niño. Cuando fue a cogerlo y le puso una mano en el pecho, comenzó a gritar, pero esta vez de dolor. El niño volvió a caer al suelo, y su padre se retorcía de dolor en el suelo. Me repuse del golpe y cogí al niño, sin acercarme al hombre que agonizaba en el centro de la choza. Vi cómo sufría sus últimos estertores de muerte. Cuando se quedó quieto, el niño comenzó a llorar. Lo miré. Y me fijé en que, en su pecho, allí donde su padre había puesto la mano, tenía la marca de esa misma mano, como si se la hubieran hecho con un hierro al rojo vivo. Recordé la Profecía. Aquella misma noche, cogí un caballo y me llevé al niño lejos de aquel clan que reclamaría nuestra sangre al amanecer.

Testimonio oral de Cransang "Espíritu" hijo de Qualtlech, chamán del Clan del Oso Blanco.

El Oso Blanco

Cransang me lo dijo: “Gánatelos”. Yo sabía cómo tenía que hacerlo. Nada más pasar mi decimosexto invierno, me los gané. Fui ante la choza del Oso Blanco, y me los gané...

...se oyeron algunos gritos, y al poco tiempo, el Oso Blanco estaba en la puerta de su choza, con los ojos inyectados en sangre y vociferando que quién osaba retarle. Llevaba una maza casi tan grande como Terrem.

Cuando lo vio, aún un muchacho, se echó a reír y gritó que le bastaba con sus puños para machacar a aquel mocoso. Ese fue su primer error. Tiró la maza y siguió riéndose.

- Deberías cogerla, te va a hacer falta - le dijo el muchacho. Él lo ignoró. Ese fue su segundo error.

De repente, el Oso Blanco se lanzó gritando hacia Terrem. Ese fue su último error. Cuando el Oso Blanco estaba casi encima de él, Terrem se apartó a un lado mientras se agachaba. Cuando el Oso Blanco pasó de largo, Terrem se incorporó y le dio un mazazo en la espalda tal, que creí que se la había roto. El Oso Blanco cayó al suelo aullando de dolor.

- Te dije que te haría falta. – El chico se acercó a él lentamente, mientras el Oso Blanco no dejaba de aullar de dolor. – Te doy la oportunidad de cortarte la trenza tú mismo, y podrás vivir.

El Oso Blanco dejó de aullar y se giró para mirarlo. Se incorporó a duras penas.

- Los dos saber cómo se cumple la tradición. – y se arrodilló. Terrem asintió, y sacó el hacha que siempre llevaba a la espalda. Fue un golpe limpio, ni siquiera hizo que su antecesor sufriera. Tampoco levantó la cabeza como suelen hacer muchos otros líderes de Clan con el anterior líder. Simplemente, cortó la trenza y miró a la gente. A su gente.

El rugido fue ensordecedor. El Oso Blanco más joven del que hablaban las leyendas. Terrem ató la trenza del anterior Oso Blanco en su cinturón, y cuando me acerqué para levantar su brazo como muestra de aprobación, se había convertido en el Oso Blanco.

Y se los había ganado.

Testimonio oral de Cransang "Espíritu" hijo de Qualtlech, consejero de Terrem, el Oso Blanco.

La Tormenta de Ébanov

El Clan del Oso Blanco empezó a desplazarse. Todos los días avanzábamos desde que salía el sol hasta que se ponía, siempre buscando. Nunca me puse nervioso, aunque nunca estaba del todo tranquilo. Temí el momento en el que nos encontráramos con la primera tribu. Normalmente, los encuentros entre tribus solían acabar con baños de sangre. Aun así, Espíritu me dijo que, si no era capaz de unir a dos tribus, no podría unir a todos mis hermanos.

Según la Tradición, no puede derramarse la sangre de ningún chamán, así que Cransang fue por delante. Volvió poco antes del amanecer, y con malas noticias. El comienzo de la Tormenta no iba a ser fácil. Llegó al alba. Entró en silencio hasta el centro mismo del campamento. Apoyó allí la maza, y la tiró al suelo. Aquello sorprendió a los miembros del clan, e hizo reír al líder, Krogg Puño Antiguo. Pero Terrem ni se inmutó. Se dirigió hacia el jefe del clan, y habló:

- No he venido para luchar, he venido para reclamaros que cumpláis un deber que todo medón tiene.

- Nosotros tener deber: matar extraños. Tú extraño. Tú morir. – dijo Krogg Puño Antiguo mientras reía.

- Yo no soy ningún extraño. Soy Terrem. Soy el Rey de los Medones. Soy aquel del que hablan las profecías. Soy un guerrero convertido en Rey… un Rey que hará grande a su pueblo. – mientras pronunciaba estas palabras, fue retirando poco a poco la capa y el chaleco de piel que llevaba, para dejar a la vista la Marca. Cuando la gente la vio, un murmullo recorrió a los presentes y, de repente, un anciano se adelantó para colocar su maza a los pies de Terrem. Poco a poco, todo el mundo fue dejando alguna otra prenda a los pies del Rey. Mientras todo esto sucedía, el tiempo cambiante de la estepa empezó a dejar entrever una tormenta formándose sobre nuestras cabezas.

Finalmente, Krogg Puño Antiguo se lo quedó mirando en silencio. Terrem le mantuvo la mirada. De repente el jefe medón dio un salto desenvainando su enorme maza y golpeó, haciendo temblar el suelo, pues Terrem ya no estaba ahí. El mandoble del Rey Medón estaba coloca sobre la nuca de Krogg. Puño Antiguo asintió, y colocó su maza a los pies del Rey.

- Tú no extraño. Tú rey. Yo seguir rey. Mi tribu seguir rey. Tú no fallarnos.

Terrem asintió. Un relámpago brilló a lo lejos.

- No os fallaré. Lo juro por mi sangre. – pronunció solemnemente. En ese momento, el mayor trueno que había escuchado rugió.

La Tormenta de Ébanov había comenzado.

Testimonio oral de Terrem, Ojo de la Tormenta.

Ver también

Personajes esenciales del mundo de Incivil.